PART II
Inmediatamente se inventan las más
dispares explicaciones. Una de las más interesantes fue la de Dod Osborne.
--- El Mary-Celeste --- decía él con una
voz grave --- encalló en una isla fantasma.
Todo el mundo se reía, pero eran ciertos
los relatos de ciertas islas de origen volcánica que podían aparecer y
desaparecer, a veces en pocas horas.
Pero Osborne no estaba de acuerdo.
--- No estaba pensando en una isla volcánica pero en una de arena. Me ha pasado
a mí una vez.
Entonces, cuando todos hacían silencio el
contaba una vez más esa historia.
Dirigiéndose a Reino Unido, viniendo del
continente africano, sin mapas ni brújulas, a bordo de una pequeña chalupa
prestada. Osborne tuvo la sorpresa de encallar en una noche oscura a 80 millas
de la cuesta de Senegal. Por la mañana descubrió que había encallado en una
isla arenosa que presentaba fuera de agua no más que un metro. Después de mucho
maniobrar consiguió sacar el barco y llegar a Port-Étienne.
--- Por eso pienso --- concluyo Osborne
--- que lo mismo podrá haber pasado con el Mary-Celeste.
--- Y que ha ocurrido con la tripulación?
--- le preguntaban.
--- Pues … que podrán haber bajado en esa
isla.
--- Todo el mundo? Sin dejar nadie a
bordo?
--- Porque no?
--- Y fueron todos tragados por la arena
cuando la isla bajó? En verdad … no os falta imaginación …
--- Tenéis una explicación mejor?
Y todos se callaban.
Pero había aún datos
más misteriosos. Entre el último puerto anotado en el libro de abordo del
Mary-Celeste y aquel en que el Deo Gratias lo había encontrado se extendía un
largo recorrido que el barco jamás podría haber seguido a la deriva y por el
impulso de las olas y de las corrientes … en
tal caso habría viajado por el mar de los Sargazos.
El tiempo pasaba y no había ninguna
información de que hubiera sobrevivientes.
Cada vez más impaciente el capitán
Moorhouse insistía que le fuese dada la recompensa, lo que pasó en la primavera
siguiente.
Pero el seguro fue disminuido por varios
pretextos.
Dividió el dinero con la tripulación y de
nuevo partió por el mar.
Más tarde, el Mary-Celeste, con nueva
tripulación navegó en dirección a Génova donde debería desembarcar su carga.
A bordo seguía también el gato, testigo de
todo el misterio.
Los años pasan y las
explicaciones no aparecen.
Un periódico inglés, el Strand Magazine,
en 1913, abrió un concurso entre romancistas para solucionar la historia.
El periódico de Paris, Le Temps, publicó
varios manuscritos de escritores como H.G.Wells y Arthur Conan Doyle. Pero
ninguno descubriría la verdad.
Laurence Keating era
un escritor de la marina inglesa y se obsesionó con solucionar el misterio.
Primero se dirigió a Nueva York, al mismo
local donde, una cierta mañana de setiembre de 1873 el Mary-Celeste había
partido.
Durante sus investigaciones escuchó hablar
de un tal John Pemberton que se decía había estado en el barco.
Pemberton tenía entonces 75 años y vivía
en Liverpool, y pasaba muchas horas en los bares, emborrachándose y hablando de
su pasado. Ahí lo encontró …
--- El Mary-Celeste? … Yo estuve ahí …
Todos los presentes se reían … todos menos
Laurence Keating. Habló con el … pasados algunos minutos de negación Pemberton
decidió hablar:
La narrativa del capitán Moorhouse no era
de todo exacta.
Las cuatro personas para quien estaba
destinadas las cuatro tazas de té y el guiso que se apuraba estaban a bordo
cuando los enviados del Deo Gratias llegaron.
--- Entonces … y como no los han visto?
--- Los vieron … aún más … los
reconocieran … eran los marineros inscritos en su propio navío … Charles
Manning, Billy Hawley, Tom Moffat … y yo ..yo era el cocinero.
Volvamos al día en que el Mary-Celeste se
encontraba amarrado en el puerto de Nueva York al lado de un navío de tres mastiles
… el Deo Gratias.
El capitán Moorehouse observó las dificultades
que el comandante Briggs estaba teniendo para cargar el barco. Primero era
demasiada carga para caber en el sótano
del navío, después, por motivos de economía, quiso obligar los marineros a
hacer de estibadores. Ellos se recusaron y desertaron. Briggs no consiguió
encontrar substitutos.
Como buen vecino,
Moorehouse aceptó cargar en su propio barco los barriles excedentes y prestar a
Briggs tres de sus hombres. Quedaran de reunirse en Säo Miguel, en Azores.
Para completar la tripulación, Briggs y su
inmediato Hullock recurrieron a una desagradable práctica a que se daba el nombre
de xangaiagen … quien tenía necesidad de marineros se dirigía a tabernas frecuentadas
por ladrones y rellenaba de alcohol a algunos delincuentes, cuando estos caían
borrachos los llevaban clandestinamente para el navío que partía inmediatamente
… se despertaran en mar alto y eran obligados a aceptar su destino. Normalmente
esto se hacía con violencia, pero el teniente Hullock era vigoroso y brutal, con la fuerza de sus
puños y su látigo conseguía lo que quería de los que protestaban.
En cuanto al piano …
la música, dicen, amansa a las fieras. Pero, Hulloc ha mentido al citar esta
frase … el odiaba el piano … aprovechó el primer movimiento del navío para
mandar colocar el piano de tal manera que la srª Briggs no pudiese tocarlo.
Pero ella era tan delgada que conseguía
llegar hasta él y seguir tocando todos los días.
El capitán era un flojo, no se metía en
las peleas … ni cuando Hullock pegaba a los marineros. La situación iba empeorando
día a día.
Una noche, en plena tempestad
el piano rompió las amarras y aplastó la pianista.
Fue necesario echar al mar el cuerpo de la
mujer del capitán que gritaba desesperado que Hullock la había matado.
Durante toda la noche la tripulación se
entregó a la bebida hasta caer inconsciente … y el barco encalló en uno banco
de arena.
A la mañana siguiente
el comandante había desaparecido. Todos pensaron de inmediato que Hulloc había
matado al capitán y había lanzado el cuerpo al mar.
Antes de llegar a las Azores, Hullock
reunió a los hombres y los informó que si lo acusaban de asesinato los mandaría
arrestar por insubordinación.
Entonces llegaran a un acuerdo y decidirán
abandonar el navío lo más deprisa posible. Solo quedaran los tres marineros del
Deo Gratias y el cocinero.
Moorhouse buscó y encontró el
Mary-Celeste. Cuando fue informado de todo lo que había pasado a bordo ha
tenido una idea … el barco estaba prácticamente abandonado, porque no
considerarlo un navío a la deriva y así obtener el premio de salvamento?
La tripulación estuvo de acuerdo y aceptó
una solución con ventajas para todos.
Solo restaba Pemberton … pero hablaron con
él, le ofrecieran una buena cuantía de dinero y el … desapareció …
La verdad es que esta
narrativa no explica todas las interrogantes de este misterio … y no fue
llevada en serio por las autoridades del momento, dado el estado
permanentemente embriagado de Pemberton.
Años más tarde, la seguradora del
Mary-Celeste, con nuevo director general, ha querido investigar de nuevo todos
los hechos.
Peritos suyos se desplazaran a Liverpool
para interrogar Pemberton … demasiado tarde … ya había muerto …
Hasta hoy, quedó para la historia como un
caso por explicar.
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