Paró de
llover. Así estaba el día, alternando entre la lluvia y algún
momento de sol.
Y
él aprovechaba todos los momentos.
Sentado
en el suelo, ignorando quien pasaba, moldeaba con las sucias manos la
tierra mojada, como si fuese barro.
La
verdad es que iba tomando forma … se podía reconocer la figura de
una mujer … los detalles impresionaban a quién pasaba y le iban
dejando comentarios que él ni escuchaba …
---
Pare el carro.
Era
una voz femenina, enérgica … firme …
El
niño volvió la cabeza en la dirección del sonido … un carruaje
muy rico se había detenido a pocos metros de él.
---
Eh! Niño. Acércate. --- le hablaba el cochero.
Llevó
algún tiempo a comprender que las palabras le eran dirigidas a él.
---
Yo ?!!
---
Sí!! Tú! La duquesa de Montepensier quiere hablarte.
Con
un poco de miedo se acercó del carro cerrado. La puerta se abrió
…dentro apareció la cabeza de una mujer … joven … muy guapa …
---
Cómo te llamas?
---
Antonio.
---
Qué estás haciendo ahí en el suelo?
---
Nada …
---
Parece una mujer …
---
Sí … pasó por aquí hace un rato …
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Cuantos años tienes?
---
12
---
Y quién es tu padre?
---
Manuel Susillo, vivimos aquí cerca …
---
Y tú andas en el colegio?
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Si señora.
---
Vale. Solo quería conocerte. Sigue con lo que estabas haciendo …
La
puerta se cerró y el carruaje siguió por el camino de tierra.
Unas
horas más tarde cuando llegó a casa, su padre estaba muy feliz …
---
Antonio … ha estado una señora hablando contigo?
---
Sí, papá …
---
Y tú qué estabas haciendo?
---
Nada malo, papá … te lo prometo …
---
Tranquilo, hijo mío … la duquesa mandó un mensajero.
---
Aquí?!!!
---
Sí.. Por lo que parece le ha gustado mucho lo que estabas haciendo …
quiere costear tus estudios … quiere que seas alguien importante.
Sentado
en su taller de artista, en la casi completa oscuridad, Antonio
pensaba en su vida.
Con
cariño recordaba aquel momento que había revolucionado todo su
destino.
Y
de eso hace 27 años … cuántas cosas pasaron desde entonces.
Al
cumplir 17 años, y por indicación de la duquesa fue presentado a
José de la Vega Marrugal, gran pintor que le abrió la mente a
nuevas ideas y nuevas técnicas.
No
paró jamás … trabajó en París … Roma … volvió a Sevilla
como alguien importante …
Se
acordó de Antonia, el gran amor de su vida … gruesas lágrimas le
cayeron por la cara al revivir el momento en que le comunicaron su
muerte … con ella perdió también a su hijo …
Se
dedicó, entonces, al trabajo …
También
se acordaba del día en que unos soldados le entraron por aquél
mismo taller donde se encontraba.
---
Antonio Susillo ?!!!
---
Sí!
---
Queda informado que mañana por la mañana le visitará su majestad,
La Reina!
Le
invadieron los nervios … pero a la mañana siguiente la figura
amable y dulce de la monarca lo hizo sentir muy confortable.
Aquella
visita significó más ventas, más trabajo, y, claro, más dinero.
Dinero
que ahora mismo le faltaba.
Miró
al otro lado del taller … por entre la oscuridad se erguía el
Crucificado de la Misericordia …. su última obra … la que esperó
ansiosamente fuese su salvación económica …
Por
su cabeza pasó la discusión que tuvo con María Luisa, su segunda
esposa.
Las
discusiones con ella eran frecuentes … demasiado habituales …
Sentía
que ella esperaba de él una vida de alta burguesía … pero su
situación económica era desesperada … sus costumbres dispendiosas
tampoco ayudaban en nada.
Aquel
día decidió llamarla al taller y tener una conversación seria
sobre el tema.
Lo
escuchó siempre con una media sonrisa en los labios.
Él
le mostró el Cristo que estaba acabando, y le explicó que podría
estar ahí su respiro económico …
Pero
ella se ha rió y antes de salir le dejó unas frases ...
---
Tienes que comprender que eres un perdedor y que yo no tengo la culpa
de eso … estoy acostumbrada a un tipo de vida y te digo que la voy
a mantener … tampoco comprendo que piensas conseguir con esa
crucificado ahí … no tiene nada de especial … además tiene los
pies cambiados …
Al
decir esto, cerró la puerta detrás suya.
Antonio
se quedó helado … qué decía ella? … los pies cambiados? …
qué entendía ella de arte? … pero se fue acercando a la escultura
aún no terminada…
Entonces
tomó conciencia … María Luisa tenia razón … se había
confundido … un terrible error … se había equivocado con los
pies del Cristo … y eso … además del desprestigio artístico que
ese error acarreaba … significaba su hundimiento completo … a la
fecha de aquél día, 22 de diciembre de 1896, estaba arruinado.
En
todo eso pensaba Antonio, a oscuras en su taller … mañana vendrán
los de la misericordia a ver la obra que había esculpido para su
iglesia … una vergüenza … no podría soportarla …
---
MESTRE ANTÓNIOOOO …
Era
Joaquín Bilbao, su alumno más aplicado …
---
Maestro Antonio … está ahí?
De
dentro del taller solo silencio.
---
Maestro Antonio … sé que esta ahí …
Ante
de la más completa ausencia de respuesta, Joaquín decidió entrar.
Al
abrir el gran portón la luz inundó el amplio recinto …
Al
fondo estaba el Cristo … y suspendido de una soga … … ….
---
Maestro … dios mío … socorro … ayuda … aquí … rápido …
maestro … maestro …
En
el amplio salón de reuniones, contiguo al patio de los naranjos de
la Catedral, D. Marcelo Spínola recién nombrado arzobispo de
Sevilla escuchaba a los nobles que le habían solicitado la reunión
con urgencia aquella misma tarde.
El
tema no le gustaba para nada.
Escuchaba
ya al tercer noble, y no hacían más que repetirse …
Cuando
se levantó de su suntuosa silla se hizo el silencio …
---
Señores … señores … lo que me pedís es imposible.
Algunos
se levantaron … pero el eclesiástico hizo un movimiento enérgico
impidiendo la acción y dando a comprender que ahora hablaría él …
sin interrupciones …
---
A ver … las leyes de Dios y de la Iglesia son claras … jamás
tendrá lugar en un cementerio cristiano quien termine con su vida
yendo contra los mandamientos …
---
Por favor … es un caso especial …
---
Por favor no insistan … sería un mal ejemplo por parte de la
Iglesia y un precedente muy peligroso.
Tres
golpes se escucharon en la puerta de acceso.
D.
Marcelo miró la puerta cerrada con aire de enfado …
---
Quién osará interrumpirnos?
La
puerta se abrió totalmente y una mujer 60 años entró amparada por
dos pajes...
El
arzobispo cambió de inmediato de actitud.
---
Doña Luisa … a qué debo el honor de su visita --- substituyó a
los pajes y la ayudó a sentarse.
La
infanta tenía los ojos rojos y llenos de lágrimas.
---
Ya imaginará el favor que le vengo a pedir …
---
Lo sé señora … pero sinceramente no sé qué hacer …
Doña
María Luisa de Borbón le entregó un papel que traía
cuidadosamente enrollado en la mano.
---
Y esto qué es, señora?
---
Eminencia, conozco las leyes de la iglesia. Este es un informe del
doctor que testificó su muerte --- D. Marcelo leía el documento
--- como puede V. Exª confirmar, su muerte fue motivada por un
derrame cerebral … y eso es lo que quedará para la historia.
Todos
hicieron silencio en el salón … solo se escuchaban los sollozos
cadenciosos de la infanta.
El
arzobispo abrió los brazos con la impotencia que sentía ante
aquella situación.
---
Vale … que no se sepa la verdad de los hechos, pueden enterrar al
escultor en el suelo sagrado del cementerio de San Fernando.
Fuera
esperaba toda una multitud ansiosa por la decisión. El primero en
enterarse fue Joaquín que corrió gritando:
--- Lo conseguimos … lo conseguimos …
Al
llegar al taller de Antonio unos hombres estaban esperando.
---
Quién sois?
---
Y vos?
---
Soy Joaquín Bilbao, discípulo del difunto Antonio Susillo.
---
Nosotros somos de la misericordia, tenemos información de la muerte
del artista y vinimos a recoger el Cristo que encargamos.
---
Lo siento, no lo podéis llevar.
---
Porqué? Nos han dicho que estaba ya concluido.
---
Sí, pero el maestro dejó en el testamento que ese Cristo se iría
con él a su tumba.
Antonio
Susillo, otro de los discípulos del malogrado escultor llegó a
tiempo de escuchar las últimas palabras de Joaquín. Expresó su
extrañeza cuando los hombres de negro se retiraron.
---
Eso es verdad?
---
No.
---
No comprendo … porque lo has dicho?
---
Sabes cómo el maestro estaba disgustado con el error de los pies …
no quiero que se rían de él.
La
noticia corrió por toda Sevilla. Antonio Susillo sería enterrado en
el Cementerio de San Fernando y tendría en su tumba la escultura del
Cristo que tanto sufrimiento le causó.
Al
día siguiente fueron miles los que lo acompañaron aquella que sería
su última morada.
Pasaron
tres semanas … Joaquín Bilbao, Antonio Castillo y Lorenzo Varella,
todos discípulos de Susillo compraron unas flores. La idea era
desplazarse al cementerio a rendir homenaje a su maestro … lo
echaban de menos.
A
aquella hora no había nadie y se respiraba la tranquilidad fresca y
húmeda que proporcionaba aquel invierno.
Cerca
de 200 metros ya se veía, recta, la figura del Cristo, indicando que
allí reposaba el cuerpo sin vida de Antonio, su autor.
Depositaron
las flores a los pies del Cristo.
Joaquín,
levantó la cabeza y lo que vio lo hizo quedar estático.
Los
otros dos se dieron cuenta de que algo pasaba.
---
Qué tienes Joaquín … estás blanco … hombre …
Joaquín
apuntaba al Cristo.
Los
dos miraron … pero no les pareció ver nada raro …
Con
la voz entrecortada, Joaquín murmuró …
---
Los ojos … los ojos … el cristo llora …
Entonces
fijaron la mirada en la cara de la figura … no había dudas … de
sus ojos salían gruesas lágrimas … milagro … aquel Cristo
lloraba la muerte del hombre que le dio vida.
La
verdad:
Esta
es la leyenda del gran escultor sevillano Antonio Susillo. En los
últimos años de su vida la leyenda se aleja de la realidad en
muchos detalles.
Es
conocida mi gran afición por los enigmas, pero, la verdad, el enigma
de la historia de Susillo es posible de clarificar … o sea … no
hay enigma.
El
gran Cristo existe, basta visitar el Cementerio de San Fernando.
En
verdad, Antonio Susillo se suicidó en el día 22 de diciembre de
1896, pero no se ahorcó, se disparó en la barbilla con una pistola
junto al río Guadalquivir en la zona de San Jerónimo.
El
motivo, no creo que haya sido el Cristo de los pies cambiados … por
una razón para mi muy evidente … Antonio terminó su Cristo en
1890 y se suicidó 6 años más tarde … no veo la secuencia.
Los
motivos parecen estar en su imposibilidad de hacer frente a las ya
abultadas deudas que tenía, muchas por culpa de su segunda mujer que
le destrozó todo lo que tenía ahorrado.
Su
informe de defunción registra que murió por un derrame cerebral, lo
que es verdad, solo que no especifica que ese derrame fue causado
por un disparo voluntario.
Ese
el informe que fue entregado al guardián del cementerio y le abrió
las puertas a la “tierra sagrada”.
Las
“ lágrimas de cristo” también son reales, pero explicables.
Se
detectaron unos meses después de su entierro y fueron veneradas como
milagro hasta que unos diez años más tarde un grupo de ciudadanos
decidió cambiar su tumba del lugar original donde había sido
enterrado a una parcela en pleno centro del Cementerio, sitio donde
se encuentra todavía.
En el transporte de la gran cruz se dieron cuenta que Antonio, para
aligerar el peso, la había esculpido hueca.
Como
tenía una apertura en cada ojo entró por ahí un enjambre de abejas
que con el tiempo construyó ahí su colmena, por eso el nombre de
Cristo de las Mieles.
Lo
que escurría por los ojos de la figura era miel, pura miel de abeja
…
Así
encontraron una dulce explicación a las … lágrimas de Cristo ...
base de consulta:
" NUEVAS APORTACIONES SOBRE LA VIDA Y OBRA DE ANTONIO SUSILLO" de Juan MiguelGonzález Gómez
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